jueves, 30 de agosto de 2012

La metamorfosis Au. Cr


Y es que me había convertido en un horrible animal, no en un perro, no en gato, sino en un parásito que más que incomodidad provoca asco en la sociedad. Sólo Grete, mi santa hermana dejaba todo eso de lado y no me permitía morir por más que lo quisiera, de soledad. Ella sigue teniéndome en cuenta y aunque ella no sabe que debajo de este duro caparazón aún hay un corazón que por más que ya no quiere seguir latiendo, lo hace y por ello, le estará eternamente agradecido por su ayuda.

A mi madre y mi padre no los culpo debe ser traumático saber que su hijo al que amaron y criaron, ahora no es más que la versión mutante de aquel bicho rastrero que a punta de fumigantes o escobazos quisieran eliminar. No sé qué pasará con mi vida ni cómo moriré, por lo pronto en mis ratos de soledad práctico la movilidad y me adapto a mi nuevo físico, sin embargo mi pasatiempo favorito consiste en soñarme siendo humano de nuevo. A. C
 
 

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